de que tienen más derechos en casa por ser los consentidos, y los demás tienen que soportar. Cuidemos la forma en que tratamos a los hijos. Cada uno merece un trato digno, especial. Hemos de distribuir los cariños y las atenciones, los regalos y las caricias para que todos sepan que valen lo mismo. En nuestras casas no debe haber hijos resentidos, con baja autoestima. La prudencia y la disciplina nos ayudarán a tener una familia feliz, equilibrada y justa, donde se respiren la seguridad y la confianza
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